Si en su debut, El cuerpo humano (Estoescasa 2013), Incendios ya construían con solvencia paisajes de pop emocional con una madurez y contención a prueba de vueltas, con Las sillas voladoras (RDM 2015) el grupo expande su paleta de colores para permitir que las canciones estallen en múltiples direcciones.

La matemática espontánea de Incendios genera una ecuación en la que sencillez y complejidad se equilibran: preciosista sin ser efectista, frágil pero poderosa, sensible sin ser cursi, espacial pero doméstica. Como una silla voladora. Compren su ticket y tomen asiento. Despegamos